Tal vez un buen resumen para el no iniciado, una forma de tener un primer acercamiento a la vida y obra de Cortázar. En mi caso no me aportó casi nada y lo comprendo al comprobar las referencias citadas por Goloboff. Luego de haber leído casi todo Cortázar (nunca pude terminar El libro de Manuel), entrevistas, textos inesperados y toneladas de cartas incluidos, este libro me aporta poca novedad.
La factura es buena, el enfoque de Goloboff se me ocurre honesto, la estructura de los capítulos se sostiene sin problemas. Por momentos me apena ver hasta qué punto hay que hacer malabarismos para explicar cosas que sólo se pueden comprender realmente cuando se vive en el exilio, incluso en el exilio que surge de una decisión consciente y bien medida. Y este fenómeno lo noto en particular cuando leo las reacciones, recogidas por el libro en un anexo, que El libro de Manuel generó en Argentina. Si bien no terminé de leer el libro, conozco su temática y vi a Cortázar defenderlo estoicamente y con tupida barba en el programa de Bernard Pivot. Entre esas reacciones las hay particularmente abyectas, pobladas de falacias que no pueden ser sino producto de una mala leche y frustración tercermundista, mímicas de tanto mediocre que anda suelto y con acceso mediático. La mejor reacción, por lejos, la más digna, es la de Haroldo Conti, lo cual no me sorprende.
Constato lo que sospeché al comprar el libro: a Cortázar se lo conoce mejor a través de sus cartas. Incluso mejor que a través de sus entrevistas, donde a veces anda buceando a ciegas entre conceptos (ver, por ejemplo, el largo diálogo con Omar Prego Gadea). Basta leer las cartas para ver hasta qué punto Cortázar no era (sólo) un escritor sino un ser humano íntegro, complejo y sumamente querible. Y esto también lo recoge Goloboff en su biografía.
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