En español casi no se utiliza, pero cuando en francés se habla de un inventario a la Prévert, no es una imagen sin fundamentos: la poesía (en prosa) de Prévert, ante todo, atropella.
Atropella la sintaxis, la elección de cada palabra, el peligroso vaivén que va del surrealismo a lo asquerosamente mundano. Recomiendo prepararse para la lectura de La crosse en l'air (feuilleton), glorioso panfleto contra lo eclesiástico, en el que tickets de metro, un obispo, un farmacéutico, el Vaticano, el jardín de Luxembourg, Mussolini y el Santo Padre comparten habitación. Fue escrito en 1936. Cuando terminé de leerlo, setenta años más tarde, volví difícilmente a este mundo, a este magro mundo que tan poco tiene de Prévert, y me limité a dedicarle en silencio un chapeau bas al maestro que acababa de conocer.
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