En algún momento entre 2000 y 2001 fui a ver al teatro La Candela la obra Esto es cultura, animal, más bien por curiosidad, porque decía ser un unipersonal de humor y porque por esa época vivía a cinco cuadras del teatro y tenía mucho tiempo libre.
Conocí entonces a Alberto Restuccia en su versión Papiuska Restuchini. Conocí también la nomenclatura y apología del carajo de Acuña de Figueroa. Vi, sobre todo, a un tipo muy increíble, con un relieve que me resultó asombroso, tan distinto de lo que solía sufrir en Montevideo, y que liquidó no sé cuántos vasos de whisky mientras nos hablaba en una mezcla de erudición, puesta en escena calculada al milímetro y fraternidad de patio de conventillo. Me fui casi feliz, con una lista de referencias a explorar. Restuccia nos esperaba a la salida del teatro. Nos saludaba uno por uno, dándonos la mano, improvisando piropos ingeniosos. Estaba borracho, es evidente, pero creo que no era esa la explicación.
El libro Uno diferente/La vida de Alberto Restuccia escrito por Nelson Barceló y Gustavo Rey honra largamente el personaje y en particular la persona, asumiendo que la distinción sea postulable. Es un conjunto de entrevistas, fotos y textos escritos por Restuccia (poemas y prosa). Detalle exquisito: al comienzo de cada capítulo se sugiere una canción a escuchar para leerlo. El libro, demasiado breve, se articula en torno a lo que parecen ser los tres pilares de la vida de Restuccia: la cultura (principalmente el teatro), su bisexualidad y el whisky.
Restuccia evoca en un momento la Brigada Tristan Tzara, a la que perteneció Julio Inverso. El vínculo ocasional me parece interesante. Creo que ambos –Restuccia e Inverso– pertenecen a ciertas manifestaciones que Uruguay se empeña en ignorar y que, sin embargo, serían aplaudidas a cuatro manos en tantos otros países. Un país así de mezquino con sus artistas originales está condenado a la repetición y al tedio.
Suena La dispute, de Yann Tiersen. Noche triste en Lutecia. El acordeón suena casi acuoso, indeciso, azul. Luego llega el piano a calmar la herida. Vals perfecto para sobrellevar una noche sin cielo como esta.
– o O o –
6 comentarios:
¿no extrañás Uruguay?
Extraño un Montevideo que ya no existe; es, en definitiva, una nostalgia a la que se puede suscribir en cualquier geografía. Extraño ciertas personas y el olor a mar. Eso ya es más difícil.
¿Nos conocemos?
No.¡No!
Bueno, bienvenid@ entonces.
conoces a carmen restuccia??
no creo, no, alguna pista de quién es?
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