Apuntes sobre la impostura literaria. Lucía Pittaluga

Hace un tiempo leía en el blog de Pierre Assouline un artículo sobre la impostura literaria. Assouline –cuyo blog se llama curiosamente La république des livres, sin que yo vea mucho la idea de república– es también escritor, por cuanto su opinión corre el riesgo de estar manchada de impostura. Basta ver su foto en el blog, con la tacita de café en el aire y una sonrisa que se adivina detrás.

La pregunta que formula Assouline es la siguiente: ¿la impostura es un concepto literario con futuro? Y, como era esperable, Assouline aprovecha para escupir con algún sarcasmo a Houellebecq, contra quien tiene algo que no se entiende del todo pero que se aprecia rápidamente que es visceral.

Meses atrás, en un intercambio con Horacio Cavallo, le comentaba sobre el peligroso perfil del escritor que confunde riesgo con calidad y crítica con impostura. Abelardo Castillo decía que para llamar la atención no hace falta escribir, basta con salir desnudo a la calle. Es una verdad innegable y las redes sociales lo prueban a ritmo de farandola.

La impostura me genera un rechazo profundo. Vale distinguirla de lo que sería una puesta en escena. Hace unos días un semiólogo me discutía que en las redes sociales nada es natural puesto que quien actúa sabe que hay un público (y yo pensaba en aquella frase que Joyce le roba a Aristóteles: el pensamiento es el pensamiento del pensamiento). Sea. Es una puesta en escena, como cualquier gesto editorial. Pero la impostura es otra cosa. Vaya como contraejemplo la entrevista a Lucía Pittaluga, que leí hace poco. En un momento le preguntan:

–¿Cuál es la relación del artista con las galerías y museos?

Y entonces, cuando Pittaluga podría haberse lanzado en un vuelo vespertino de flamencos y haber desarrollado una extensa metáfora en la que entrarían sin incomodarse Aristóteles, el capitalismo salvaje, Pollock y el boletero del museo Blanes (que de arte sabe poco pero siempre está al firme), la artista responde:

–Creo que no se puede generalizar, habría que tomar ejemplos puntuales. Y las variables son infinitas.

Chapeau por la sobriedad, eso es evitar la impostura. Y volviendo a la pregunta de Assouline: bien vista, es retórica: la respuesta evidente es la afirmativa, la impostura no deja de ser un recurso hábil en tanto cubre fácilmente una falta de talento con maquillaje y gestual calibrada. Son cosas que tienden a olvidarse, creo, o a quedar en el registro de la anécdota. 

Lo delicado es cuando uno se confronta a un excéntrico. A un verdadero excéntrico. Siempre me queda la duda pero suelo decantar por la misma convicción. La excentricidad vale la pena, para mi gusto, cuando es real y no el signo de una impostura que intenta esconder una carencia. Picasso, por ejemplo, pintaba clásico a los catorce años y era un genio. Fue un niño prodigio que después se dedicó a explorar. Más tarde llegaron las hordas de arribistas que se subieron al carro sin el menor talento pero con un gran discurso.

Eso mismo: un discurso, noción clave de la impostura. Un gran discurso.

– o O o –
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

18 comentarios:

sokon m dijo...

Da los nombres. :-)

Hoy fuimos con un amigo a una librería del Montevideo Shopping luego de tomar un jugo de agua cada uno, sabor manzana para más detalles, en el bar de la esquina. En la primer librería que entramos encontramos una re-edición de El alma de Gardel. También un librito que se llama Matar a Lopez, de Mario Sarabí, su primer novela que pintaba muy bien, muy muy bien. Por último, y digo último porque después nos fuimos, encontramos la Trilogía sucia de La Habana, tremendo. Cualquier página que abríamos era tremenda y se notaba, se notaba que lo sabía (cualquiera de las muestras del Pedro Juan le ganó a la muestra que hicimos de El Pasado de Alan Pauls) y se notaba que no estaba alardeando.

Para mi hay una impostura o pose en el escribir a lo cajetilla. Creo que te referías en tu post a la impostura del escritor fuera de lo literario, en su hacer más público, pero con el rótulo de escritor.

También hay una impostura en el no decir: como cuando Warren Sanchez decía 'yo que se'.

La dualidad impostura + carencia / auténtica excentricidad es demasiado maniquea y un poco ingenua. Y totalmente válida.

Javier Couto dijo...

Es simplista, sí, acaso ingenua, por eso mismo son apuntes, porque es algo que me cuesta definir (definir para mí mismo, quiero decir). Pero la impostura como meta obra, sokón, exactamente. Como discurso. Es decir que no lo busco (ni me interesa siquiera si es detectable) en lo escrito en sí. Y agrego, con respecto a lo de alardeando, no es impostura como sinónimo de alarde o pedantería, carencias que más que generarme rechazo tienden a hacerme sonreír. Un buen ejemplo de anti impostura literaria es Abelardo Castillo.

¿A qué le llamás escribir a lo cajetilla? ¿A lo Hugo, que escribía de pie?

sokon m dijo...

Estuve pensando en borrador y ahora lo transcribo para pensarlo juntos. Impostura literaria siempre es alarde ('alardeo de un saber especial que yo tengo y por eso puedo hacer lo que hago') y la anti impostura es la forma de alarde de Abelardo: 'si, lo se pero no te lo digo; los que alardean son la gilada; yo, que soy tan grande, no preciso'.

Ojo, no es que esté mal: por ejemplo Borges era una impostura con patas, una impostura épica y entrañable. Lovecraft, otra. El mejor ejemplo de impostura literaria que me viene a la mente es Filosofía de la composición de Poe. Pero como bien notás al llamarle discurso meta literario, se trata de construir una ficción sobre la ficción, una ficción con rasgos particulares.

Escribir a lo cajetilla o alardeando es hacer la gran Borges; te das cuenta porque uno se olvida de la historia o hace una pausa de unos segundos para putearlo. Sábato, injustamente pero con humor, se lo critica en Sobre heroes y tumbas, diciendo que Borges se demora encontrando el adverbio justo cuando la vida de sus personajes peligran.

Naturalmente, Onetti también. Un gran escritor que escribía a lo cajetilla. Ahora me pregunto ¿es posible no escribir a lo cajetilla? Quizá si. La escritura zen, por ejemplo algunos haikus, o algunos autores japoneses, que escriben casi como disculpándose por tener que usar palabras.

sokon m dijo...

Me di cuenta que tengo algunas hipótesis implícitas acá. Por ejemplo que toda afirmación es una ficción en el sentido de ser invenciones. Las ficciones son verdad para uno u otro sujeto. Hay dos clases de ficciones, quizá tres. La primer clase son las ficciones que son verdad para muchos individuos, esto es, dado un conjunto de individuos y unos mecanismos de validación rigurosos, si cada uno que aplica esos mecanismos de validación obtiene los mismos resultados, esa ficción es 'verdad científica'. O algo así. Por otro lado está la verdad subjetiva, esas ficciones que el sujeto decide por sí mismo que son verdad (este tipo de verdad subjetiva o personal no es científica, esto es, no puede ser una afirmación universal; o podría serlo pero la clase de verdad sería distinta de todos modos). Hablé de una posible tercer forma de ficción, que es como la síntesis de ambas: el que lo antes dicho sea posible es una forma de meta ficción y, por qué no?, le podemos llamar ficcion rara. :-)

basilia dijo...

una sola letra es una invención. la impostura sería una ecualización entre el decir, el cuánto decir y el como decirlo. siempre es una ficción, la relidad y su representación. y cuantas no verdades entre el camino que hay entre ambas.

sokon m dijo...

basilia: la imágen de la ecualización entre las partes del discurso es una invención luminosa, me encantó. adopto el triunvirato de ficción, realidad y su representación

Javier Couto dijo...

Bueno, me quedo con la imagen de basilia y con lo de la ficción sobre la ficción. Tal vez la diferencia entre impostura y excentricidad genuina sea un tema de distancia entre las tres variables mencionadas por basilia, que en el segundo caso tenderían a aproximarse.

Poe explicando cómo escribió El cuervo se me ocurre un ejemplo feliz, sí, puede venir por ahí, aunque siempre me ha dado por pensar que lo de Poe es un poco como cuando El mago decía que tenía el pelo como lo tenía porque se ponía dulce de membrillo todos los días.

Sokón, para ver si te sigo, decime cuáles de estos autores te parece que escribían/escriben a lo cajetilla:

Pynchon, Houellebecq, Bret Easton Ellis, Bukowski, Levrero, Mishima, Theodore Sturgeon, William Gibson, Lezama Lima, Vargas Llosa y los infaltables Jorge Bucay, Paulo Coelho y Dan Brown

Podés agregar ejemplos, me interesa.

basilia dijo...

cajetilla es miedo.

basilia dijo...

a encontrarse con las letras verdaderas.

odinstack dijo...

Elvis le copió lo del dulce de membrilo al Mago.

En relación a cuales escriben como cajetillas de la lista esa, como dijo Warren Sanchez: 'yo que se'. Solo que yo realmente no se.

Javier Couto dijo...

Elvis era un dulce. ¿Cómo no vas a saber si ya clasificaste a varios? Me parece, basilia, que la noción de sokón de cajetilla no va por el miedo (creo).

basilia dijo...

gracias por la cita, a propósito del impostar
creo que todo creador debe impostar.

sokon m dijo...

Capaz que mejor que impostar es decir estilizar, como Herzog. Entonces, todo buen creador ha logrado estilizar, exorcisando por abstracción.

Las letras verdaderas es una frase de deliciosa ambigüedad. Porque a la vez puede referir de las letras de los elegidos, que no pueden ser escritas más que por una elite. O puede referir a las que son verdaderas en el sentido de libres de artificio o estilización, sin impostura y, por lo tanto, sin arte.

Un aplauso, basilia. Logra hacerme enojar y hacerme pensar. Gracias.

basilia dijo...

verdaderas en cuanto libres de impostura...
es posible? el arte sin artefacto? sin artificio?
la falta de impostura elimina la magia y creo que sin misterio no hay arte. me gustó reflexionar sobre la impostura, me parece valiente y necesario.

Javier Couto dijo...

Breve apostilla. Es claro, por ejemplo, que un actor de teatro en plena performance está impostando. Yo me refiero al actor que cuando la obra terminó, se ducha, va a la cafetería y, con una voz que no es la suya, eleva una calavera a un público inexistente y le dedica la siguiente aliteración al mozo:

-Ser o no ser, José, servime un café.

basilia dijo...

jués!

Rodia dijo...

A mí lo de la impostura me recuerda al Momo Sampler de los Redonditos de Ricota, por razones obvias (uno de los epígrafes del disco es una frase de Apuleyo: "Te prometemos que en la alegría y en la risa del festival nadie osará dar una interpretación siniestra a tu repentina vuelta a la forma humana" y el disco es presentado como Impostura de la impostura.

Una estrofa de "Dr. Saturno":

No marcho en mi vieja murga
Y en las calles no me muestro más.
Están mis muertos, tan, tan lejos
De la pantalla en que vos te mirás.

Qué grande los Redondos, la puta que lo parió. De corazón para los pelotudos ontológicos.

Javier Couto dijo...

Gran grupo. Poetas como P.O.R., pero distintos, claro. El otro día pensaba que tal vez los escucho más acá que cuando estaba allá. Aunque no sé.