Un banderín más en el equipaje. Martín Sica

Dos cosas, creo, delatan la profesión de Sica: la utilización de imágenes efectivas (rápidas, golpeadoras, antigongorinas) y sus constantes referencias al dinero. Rasgo curioso, si bien parece justificado contraponer 500 euros a 100 en el caso de una entrada revendida, otros detalles, acaso menores, despertarían la atención de más de un psicólogo, costumbrista y curioso del montón.

La propuesta de Un banderín más en el equipaje parece sencilla: un uruguayo recorre ciertas ciudades buscando banderines de equipos de fútbol que, asumimos, le gustan. Agradable sorpresa, empecé a leer el libro pensando que sería un librito más, y me encontré con una prosa muy aceitada y realmente agradable.

Sea un diario de viaje ficcionado o no, Sica relata de manera amena, agregando detalles interesantes a un hilo conductor, sin caer en el chicle digresional. Su (¿supuesta?) experiencia en Lima me recordó todos los cuentos de Milo sobre la ciudad. El DF es tal cual. Los diálogos chilangos, me consta, suenan muy reales. Su historia en La Habana me hizo rememorar la mía, hace ya casi diez años. El mismo asedio, los gritos de taxi, puros, mujeres, italiano, español, cigars, taxi, taxi, taxi. Hasta recuerdo el pibe que me dio charla e intentó meterse en un bar a comer conmigo; se entendía que yo invitaba todo.

Libro recomendable. El registro lingüístico de su abuelo, en el último viaje que no es tal porque sucede en Montevideo, me hizo acordar a mi viejo, que nació en el 23.

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