Sarkozy en Off. Nicolas Domenach & Maurice Szafran

Libro cruel y violento como la vida política francesa, como la vida política tout court. Nicolas Domenach y Maurice Szafran, del temido semanario Marianne, relatan en OFF/ce que Nicolas Sarzoky n'aurait jamais dû nous dire (OFF/lo que N.S. no debería habernos dicho nunca) toda la cocina del actual presidente. Desde sus comienzos, hace unos treinta años, hasta 2008, año en el que Sarko, quien les abrió la puerta -como estrategia política- a muchos "secretos", decidió que el de Marianne era un periodismo inmundo.

Es muy interesante ver hasta qué punto Sarkozy se distingue de personajes como Berlusconi. El petisito descendiente directo de húngaros, que se hizo de abajo, no sólo es un gran jetón sino que es, en el fondo, un tipo a la búsqueda de un reconocimiento que nunca tuvo. Y lo que es grave es que por momentos linda en la psicopatía, hay un vaivén constante entre la vulgaridad y la seducción, el odio visceral y la caricia, los delirios de grandeza y el quiebre arrastrado de una infancia miserable.

Aunque el libro trate mayormente de Sarkozy, me quedo
con una observación genial de Mitterrand sobre Le Pen, que muestra hasta qué punto quien encarnó la fuerza tranquila era un gran psicólogo:

C’est la droite à visage découvert. L’autre avance masquée, comprenez-vous. Bien entendu, il s’appuie sur des forces maléfiques et flatte les sentiments xénophobes mais il n’est pas nazi ni fasciste pour deux sous. Je l’ai bien connu sous la IVè République. C’était un parlementaire très doué, président de groupe à 27 ans, toujours assoiffé de reconnaissance. Observez comme il est ému quand on lui serre la main. Un homme comme ça, on le calme avec un maroquin.

Es decir:

Es la derecha a cara descubierta. La otra avanza enmascarada. Por supuesto, [Le Pen] se apoya en fuerzas maléficas y fomenta los sentimientos xenófobos, pero no es un nazi o un fascista de tres pesos. Lo conocí bien durante la IV República. Era un parlamentario dotado, presidente de grupo a los 27 años, siempre ávido de reconocimiento. Observe cómo se emociona cuando se le da la mano. A un hombre así se lo calma con un ministerio.

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