Aspecto que desconocía de Vian. Cuando vi el libro en la feria del parque Brassens, aposté por la estafa editorial, cuando no intelectual. Ojeé el prólogo y un tal Noël Arnaud me decía, desde un tubo que desembocaba en 1980, que en tanto lector iba a resultar decepcionado.
Al contrario. Leer los relatos y la prosa erótica de Vian, además de ser sumamente divertido (!), ayuda a completar el personaje.
Lo más cerca que conocía de él es ese swing que canta con una piba, el fais-moi mal, Johnny Johnny Johnny... que, códigos mediante, se puede traducir como un pegame que me gusta, juancito (¿juancho?).
Lo más cerca que conocía de él es ese swing que canta con una piba, el fais-moi mal, Johnny Johnny Johnny... que, códigos mediante, se puede traducir como un pegame que me gusta, juancito (¿juancho?).
Delirante su Drencula (Draculeó), versión de Drácula con rasgos SM. Los poemas son de tal bajeza que es imposible no reírse. Un poco largo, y muy de Vian, su curioso panfleto De l'utilité d'une littérature érotique.
En resumen, una perlita recomendable.
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