Si arrastré por este mundo: Haciendo la calle. Pablo Guerra

Con mucha tristeza leo "Haciendo la calle", conjunto de entrevistas a personas que desarrollan actividades laborales marginales (i.e. fuera del circuito trazado por las buenas costumbres y diplomas variopintos) que les permiten sobrevivir. Desde catorce años hasta pasados los setenta, hablan prostitutas, cuidadores de coches, bagayeros, lustrabotas, tipos que se caminan treinta cuadras para ir a vender lo que tienen a mano.

Editado en el año 2000, la compilación va por cuenta de Pablo Guerra, profesor -en ese tiempo al menos- de la Cátedra de Sociología del Trabajo, Carrera de Relaciones Laborales, Facultad de Derecho, UdelaR. Dieciséis historias que hacen pensar en la canción de Zitarrosa: hasta el más potro al ver el dolor del otro se ablanda aunque sea un momento, para mí no hay sufrimiento más grande que el de nosotros.

Sería barato y fácil caer en la perfilación de boliche. Noto, sin embargo, que en muchas historias hay muerte y abandono. Puede ser un hijo, una compañera, el esposo o la madre, y luego el silencio, despegarse del cuerpo, dormir en la calle, comer a intervalos, vivir sin sentido, quebrado. Resulta una invariante la falta de educación secundaria. Las entrevistas a las prostitutas superaron todo intento de racionalización. Ambas ingresaron en la prostitución porque ganaban más que haciendo limpiezas y mencionan que no les daba para comprarse ropa. Odian lo que hacen. Una espera que llegue su príncipe azul (sic), la otra deplora que los tipos la manoseen mucho (sic) y razona: no tenés otra salida a veces, cuando la vida te castiga mucho y entonces no te queda más remedio que seguir aguantando, porque si vas a trabajar a una casa de familia, te controlan la hora, lo que limpiás, todo. Acá por lo menos tenés vos la decisión propia de hacer lo que quieras.

Ya Festinger hablaba de la mejor manera de acomodar las nalgas. Pero prometimos cero perfilación de boliche. Una de las tantas cosas que me deja el libro es estar del otro lado de la función de cuidacoches. La sigo deplorando por sospecharla mafiosa y sin valor agregado, como el pistero, el que te saca fotocopias o el tipo que embolsa en el supermercado. Sin embargo después de leer el libro la entiendo perfectamente. Uno de ellos dice que en unas horas saca 300 pesos. Yo recuerdo que en esa época, después de cinco años de estudios universitarios de grado y dos de postgrado, el Estado uruguayo encontraba normal acordarme un salario de 4500 pesos que mediante malabarismos indecibles lograba llevar al doble. Cómo no entender que el cuidacoches sienta su función como un verdadero trabajo y no como un mangueo descarado. Tiene razón.

Es cierto, cuento las historias más fáciles de contar, porque la del pibe de catorce años que llora por la hermana que abandonó el hogar, la del de dieciocho que vive con el recuerdo de su madre muerta, que cuidó hasta el final, la del viejo de setenta que pasó de jefe de sección de ventas a vendedor de lo que sea (y tiene una teoría sobre el azar que cuando la aplique se hace millonario), esas historias son más difíciles de contar, porque hasta el más potro hiperracional se ablanda aunque sea un momento, y para contarlas, por suerte, está el libro.

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Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

2 comentarios:

sokon m dijo...

Los tangos y Dostoyevski hablan de las mismas cosas. Sade también, pero de la otra vereda.

¿Leyó el maestro de Petersburgo, de Coetze?

Que el mundo fue y será...

Javier Couto dijo...

Mire, a Coetzee lo leí siguiendo el consejo de Rodia. Compré "Infancia" y a la página 40 (como suele sucederme) me di cuenta de que era una historia correcta correctamente relatada, momento en el que lo abandoné.

Por qué me lo dice, sokón ?