Consejitos para escribir cuentos. Alumbramiento. Andrés Neuman

Ocurre que en la plaza pública cualquier cristiano levanta tienda y pregona lo que tiene a mano. Igual destino le ha tocado a los decálogos para cuentistas. Está el de Quiroga, tan abominable como su prosa, que se permite fomentar una de las peores aliteraciones que he visto: desde el río soplaba el viento frío. Quiroga era un hombre inteligentísimo que escribía mal. Quiroga sufrió y no salió indemne de la bohemia parisiense. Era argentino.

Maestros como Borges y Cortázar, conscientes de la complejidad de reducir una alquimia a diez líneas, nos evitaron panfletos y prospectos gongorinos. Borges fue el más piadoso, acaso el más inteligente. Cortazar teorizó, manoteó desesperado entre figuras (esfera, cosquilla, andar en bicicleta...). Desconozco si supo perder con dignidad o lo salvó la ignorancia, los residuos de una concepción estética de la vida.

Dos escritores han acertado –creo– en el enfoque. Abelardo Castillo, que con algo de samurai elegante y una violenta alevosía (por falso) afirma:

No intentes ser original ni llamar la atención. Para conseguir eso no hace falta escribir cuentos o novelas, basta con salir desnudo a la calle. 

El otro es Onetti, maestro inagotable, que dio los dos únicos consejos útiles: roben si es necesario y mientan siempre (y suena la voz de Bono: every artist is a cannibal, every poet is a thief).

Me limitaré a los decálogos para cuentistas, lo cual me evitará abordar regüeldos como el de Monterroso. ¿Y ya que estamos en sección escatologías, a quién puede servirle realmente mamarrachos como el de Julio Ramón Ribeyro? ¿Realmente es necesario leer trivialidades como el cuento debe contar una historia, no hay cuento sin historia? Para peor, el buen hombre se permite acotar que la observación de su decálogo no garantiza la escritura de un buen cuento. Oh fe en los prospectos, ¿qué sería de tu felicidad si no tuvieras a los imbéciles que iluminas?

A Andrés Neuman, capaz de escribir una prosa que hoy día no se encuentra (leer su relato El oro de los tigres, en Alumbramiento) y capaz también de escribir una prosa esperable y que pueda ganar premios literarios (ver El viajero del siglo), ha optado por el dodecálogo. Y como si uno no fuera suficiente, ha escrito dos. Concuerdo con un punto:

Los personajes no se presentan: actúan

Con una lucidez que lo salva del exorno, estima: 

Un decálogo no es ejemplar ni necesariamente transferible; un dodecálogo muchísimo menos

Creo que es cierto, lo más cierto que ha escrito Neuman. Castillo lo sabe. Onetti lo sabía. Borges –presumo– también. Por lo demás, la plaza pública es amplia y generosa y está lo suficientemente sucia como para recibir más basura sin sufrir demasiado.

– o O o –
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

5 comentarios:

Rodia dijo...

"un decálogo no es ejemplar ni necesariamente transferible; un dodecálogo muchísimo menos." suena a parodia de Borges. ¿Cómo hace Borges para decir lo mismo pero órdenes de magnitud mejor?

Javier Couto dijo...

Por supuesto que la única respuesta verdadera es: porque es Borges. Pero tentado por tu pregunta y, con no poca inocencia, jugando al olvidado "après moi le déluge", te diré que imho Borges nunca pronunciaría "muchísimo" allí. El "necesariamente" enlentece la frase, la hace torpe. Borges -creo- encontraría sinónimos para "ejemplar" y "transferible", acaso términos más fríos. Pequeñeces enormes, si es que podés sentir la diferencia, vos que gozás como perra en celo con Shakespeare.

Hace un par de años, en otro blog me confronté al siguiente texto de alguien que copiaba malamente a Borges:

Poco importa –así lo creo al menos– si un libro ha sido felicidad de imprentas o amigo del impreciso comercio de la crítica literaria. Poco importa, además, si en su entusiasta haber se computan lectores que no tuvo: adivino que en los ilustrados salones sólo cabe negar la derrota que supone su lectura; adentrarme en sus páginas me ha facilitado la elucidación del motivo: Joyce obliga a la humildad, virtud tan postergada en los altos cenáculos.

Lo releo y comparto tu comentario.

sokon m dijo...

que maravilla este descubrimeinto, este otro blog suyo. acabo de poner en el gtalk como frase eso de "Quiroga era un hombre inteligentísimo que escribía mal. Quiroga sufrió y no salió indemne de la bohemia parisiense. Era argentino."

honestamente no estoy seguro de si estoy de acuerdo (si el viento está frío y sopla río abajo, estamos fregados. no vamos a cambiar la ubicación del cuento por eso; en todo caso podemos darle de comer a algún editor que corrija), pero es una frase tan excelente que no me puedo resistir

Javier Couto dijo...

no critico el contenido, sokon m, sino la forma

esta última semana -vacaciones mediante- volví muchas veces a la cuestión de la forma, en particular al estilo literario, que tanto me interesa

me dije que si en literatura lo importante fueran sólo o principalmente las historias, a ciertos libretistas-guionistas, por ejemplo, habría que aplaudirlos y al mismo tiempo los griegos ya nos cagaron la fruta desde el vamos (si me permite la imagen) porque los temas suelen estar más que trillados

si intento una analogía con la pintura, la gioconda no vale nada, un retrato más de los tantos hechos (podríamos discutir en torno al fondo poco ortodoxo, pero nuevamente, un fondo es un fondo y cabe en un solo concepto: fondo)

es decir que, ateniéndonos meramente al contenido, la Historia de la pintura -su valor- se resumiría -con esfuerzo- en un museo

sokon m dijo...

estoy totalmente de acuerdo con eso de la forma y el estilo. no podría no estarlo porque es algo que aprendo (intento aprender) de ud. :-)

pero...

voy a decir algo terrible, algo horripilante. en público nunca voy a admitir que lo dije.

como yo lo veo, la historia es la forma, y la forma es la historia. shiki soku ze ku, ku soku ze shiki (dicen los japo, bah, lo cantan al final de meditar). que quiero decir con esto? que si cambia la forma cambia la historia. no creo que se pueda desacoplar el 'recuento de los hechos' de una narración (el recuento de los hechos es meramente otra narración). el encontrar la forma de una historia y la historia de una forma es el más puro ejercicio de subjetividad

para mi lo que quiere decir quiroga es que si la frase, después de sopesarlo con la más profunda sinceridad, resulta esa del río y el frío, bueno, es como dice en el libro de Nothomb. el milagroso estado de gracia lo habilita a usarla (y a ser un mal escritor, de eso lo único que lo salvaría a uno sería escribir bien).