De sombracanes y pregárgolas sangrías: En la masmédula. Oliverio Girondo

En el Boulevard Saint Michel, a la altura de la rue Serpente, persiste la librería Silly Melody, la cual –según descubrí hace tiempo– honra el subsuelo del local con libros en español a un precio muy inferior al de Tristán Narvaja o Corrientes. El sábado pasado, de casualidad, encontré el breve poemario En la masmédula de Oliverio Girondo, al mismo precio que un café.

No fue que costara dos euros lo que me llevó a comprarlo. Tampoco fue el recuerdo de El lado oscuro del corazón, película que me marcó de adolescente y con la cual casi vomito hace no demasiados años, aquella del (se) me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo... Oh hipocresía adolescente. Lo compré porque había leído todas las pestes que dijo Borges de él, registradas en la biografía que publicó Bioy Casares (cf. PS), y me intrigaba.

En la masmédula es el último libro de Girondo y también es lo último que esperaba de un escritor que –erróneamente– había calificado de sensiblero y fácil. Quizá el poema que más me gusta es Canes más que finales, que comienza de la siguiente manera:

Sombracanes
pregárgolas sangrías
canes pluslagrimales
entre bastardos roces contelúricos de muy ausentes
                 márgenes


Ascuacanes ninfómanos pregono
con ululado ahinco
que malciernen inhímenes posueños de podrelengua
               amante
El primer golpe fue la musicalidad (por algún motivo oí, de inmediato, la voz de Zitarrosa cantando perdida en un delirio de girasoles de oro...). Pensé luego en el glíglico y noté que el mérito de Cortázar fue elegir un nombre y calibrar más fino a nivel morfosintáctico y semántico. Pensé también en Oliveira. Y después de leer el poemario pude comprender los comentarios de Borges, quien, pese a ser el mejor escritor en español del siglo pasado, era un poeta menor.

Curioso, versos como lívido engendro digo de puma o de oleaje tú de entrega de redivivas muertes, me recuerdan a un adolescente imberbe y alcohólico que garabateaba torpemente y a escondidas sombras del estilo.

Vale la pena escuchar, en la Biblioteca Virtual Cervantes, al propio Girondo leyendo sus poemas. Hay versos que se dejan más que otros. Hay, como siempre, múltiples análisis de la obra en los que la mayoría de las veces olfateo a Iznogud, que quería ser califa en lugar del califa. Ante tales malabarismos, prefiero ser fiel al credo rabioso de Luis Buñuel o a los consejos del don Juan de Castaneda: poco importan las interpretaciones, las vivencias par tiers interposé, la imposible translación a un marco racional de una manifestiación artística. ¿Qué puede, después de todo, reclamarle un pájaro al viento?

*

PS: Escribe Bioy el 25 de enero de 1967:

En Mar del Plata. Me entero de que ha muerto Oliverio Girondo. Borges, que lo conocía mejor que yo, lo menospreciaba. Para él era la personificación de muchas cosas desagradables: un escritor que ignoraba su oficio, a cuyas obras un español informado suministraba puntuación; un escritor por decisión, no por Minerva o musa; un fanfarrón; un fiestero; un borracho; un ciudadano de tendencias políticas erróneas, partidario de los nazis en la guerra, y a quien el peronismo no pareció molestarle.


– o O o –
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

2 comentarios:

Lapsuscalami dijo...

Javier, me gustó mucho tu posteo. ¿Tenés más comentarios antigirondianos del libro de Bioy? ¿Dice más cosas que la cita que pusiste? Es interesante porque no puedo entender el odio que tienen muchos críticos contra Oliverio... hay algo que se me escapa.

Me interesaría muchísimo conversar con vos sobre En la masmédula. Te dejo de mi correo dalejulian2@hotmail.com.
Te mando un abrazo,
Julián

Javier Couto dijo...

Julián, recién veo. No recuerdo más comentarios, no, pero de seguro hay. ¿Leíste ese libro? Es un gran, gran ladrillo, que vale muchísimo la pena. Pero es difícil de recorrer.

Sobre Oliverio, no sé, supongo que habría que intentar entenderlo en el contexto temporal. La opinión de Borges sobre Girondo es en gran parte moralista. Hay mucha impostura por parte de críticos. Algo parecido le pasó a Felisberto Hernández con Emir Rodríguez Monegal. Creo también que se confunde (cada vez más) crítica literaria con "reseñismo".

Decime si tenés un blog o un sitio.

Abrazo,

Javier