Prohibido pensar. Sandino Núñez

Un libro estimulante. Su formato, que equilibra pedagogía y grumos densos, hace que no se necesite una gran cultura general para seguir el hilo de Núñez, que poco tiene de Ariadna. Nada, en todo caso, que la Wikipedia no pueda liquidar en dos clics. Porque asumo que Núñez, en tanto docente y comunicador, intenta un juego de hermenéutica moderna que llegue al mayor público posible, en la línea del programa de televisión homónimo. Muchas de sus referencias (no quiero hablar de referente cultural), creo, dan testimonio de esta apuesta. Núñez se permite, con una libertad que me hace sonreír y pensar en Eco, textos en los que Robocop y Terminator comparten página con Foucault, San Agustín, Descartes y –por qué no– el agente Fox Mulder.

Un libro para llegar a un gran público entonces. Incluso a aquella muchacha que en el cine sorbe coca cola, lagrimea y consume propaganda (puesto que lo que se le ofrece va más allá de un acto publicitario). ¿Rescatar del limbo –ya abolido por el Vaticano– a quienes perciben la crítica como una meta-existencia marginal y peligrosa? Difícil decirlo. Creo que el libro busca abrir puertas para salir y no para que entren prosélitos, y esto es tal vez lo que más me agradó. Es decir que es de esos libros con los que poco importa si estoy de acuerdo o no, cosquilla adolescente que hace bastante rato ni renguea: me sirve porque me estimula, me hace recordar lecturas y situaciones vividas, me obliga a abolir olvidos, a colmar carencias.

Libro leído lápiz en mano, apunté varios detalles (e.g. Lezama Lima no es un novelista). Leí en completo desacuerdo su toma de posición titulada Sexología.

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En la sección Fulbo, Núñez aborda el evento mediático (y social, vamos) que fue la mano de Suárez en el partido contra Ghana en el mundial de 2010. Menciona a la prensa inglesa o angloparlante. Yo lo viví en Francia, con amigos uruguayos, sufriendo como corresponde, y quisiera, modestamente, anotar mi experiencia. Al otro día del partido, todavía feliz volví al trabajo. Se sabe, la indignación no tiene nacionalidad. Y fue el caso, aunque el contexto socio-cultural ha de jugar. Pero españoles, franceses, marroquíes, mexicanos, sirios y hasta una piba libanesa que ni sabía que existía un país llamado Uruguay me cayeron al grito de Suárez tramposo, la triche de Suarez, Suárez el Tricky Dicky del balompié. Yo, sonriente.

Suárez había violado una ley natural (Ghana debía ganar porque era el desenlace justo) y la única solución posible, ante la carencia de una máquina del tiempo, era la hoguera, que en el lado civilizado del mundo se llama oprobio. El almuerzo ese día resultó muy divertido. Defendí largamente a Suárez no por una cuestión de patriotismo (carraspeo visceral que me es ajeno) sino de hincha.

Y creo que este aspecto se le escapa al análisis presentado: la pasión. Desconozco si a Núñez le gusta el fútbol. Y si es el caso, en qué medida. Comparto en gran parte la lectura que hace de los partidos jugados por los equipos nacionales en un mundo globalizado. Me gusta incluso el juego intelectual que ejecuta al asociarlo a tensiones que antaño se resolvían de manera menos civilizada. Geopolítica, sí: le ganamos a cuadros del primer mundo, gloriosa conquista. Violentas sesiones de psicoterapia nacional, sin duda: quedamos cuartos, somos, volvemos a ser, chupen giles, vayan pelando las chauchas... Pero falta la pasión. No esa que, fácilmente, se puede decodificar en los términos ya expuestos, sino la pasión que surge del amor por el deporte en tanto deporte (y no en tanto fenómeno), esa pasión que puede sentir alguien que durante años lo jugó y lo vivió como otros el ballet, la medicina o la filosofía.

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Último apunte: sería apreciable, al final de cada sección, una lista de lecturas relacionadas (con un objeto bien diferente al de las notas al pie que ofrece el autor).

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Saint Sorlin d'Arves, -10º, predominancia del blanco. Días de vino, raclette, Nino Ferrer, Gainsbourg y lectura tranquila.

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Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

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