El derrumbe de la Baliverna. Dino Buzzati

Conjunto de treinta y siete relatos del italiano, más conocido por su novela El desierto de los tártaros, sobriamente elogiada por Borges en su Biblioteca Personal.

Resumen del libro: muy divertido. Hace tiempo que no me reía tanto con un libro. Por momentos el narrador, que parece ser siempre el mismo, da la impresión de tomarnos el pelo. Siempre el mismo porque los narradores de Buzzati, muchas veces en primera persona, son contadores más que demiurgos o parte del cuento. Están ahí, relatan, se hacen preguntas retóricas, razonan brevemente (al menos por el bien de la historia)...

Es decir que los relatos se pueden enmarcar, sin problemas, en la tradición oral. Tomarnos el pelo porque las situaciones relatadas son casi siempre inverosímiles. Incluso sin caer en el surrealismo (que linda con la sátira) de ese general retirado que en realidad es un ave en la cama. Baste ese Sic transit en el que el ministro ya no es el ministro (sin saber por qué) y vuelve desesperado a su ministerio. Sumamente kafkiano. O ese fantasma que vuelve en vano de la tumba un mes más tarde a buscar refugio en la casa de sus amigos. También kafkiano (creo recordar un fantasma en una escalera) pero con una moralina algo tonta (menos tonta, sin embargo, que la del relato de la cita con Einstein). O el hombre cuervo (que me hizo pensar en Levrero) que busca expiar sus pecados en el Vaticano.

Por más que la contratapa del libro hable de “el tema de la espera, tema buzzatiano por excelencia”, yo tengo la impresión de que la clave es, más que la espera, lo latente. Muchos relatos finalizan en algo que, honestamente, se podría calificar de fin trunco. El hombre que juega con las dos arañas y siente que alguien, detrás, lo acecha. El tren que llega a la ciudad y la estación está desierta. El mismísimo relato que da el título del volumen. En todos ellos me quedé con la sensación de que el relato permanecía vivo más allá del fin de la narración.

Dos apuntes finales. Noche de invierno en Filadelfia está narrada en dos planos temporales. Al principio me desagradó un poco, lo sentí falso; pero, a la vista del resultado, el mecanismo me terminó cautivando. Luego, La máquina que detenía el tiempo me hizo pensar en el Bioy de la invención de Morel. El propio Bioy afirmó haber comprobado que Buzzati y él habían creado algunas veces argumentos similares. No deja de ser curioso que el último libro del italiano sea Los milagros de Val Morel, y que yo escriba ahora esto en otra estación de esquí, también en la Savoie, a cincuenta kilómetros de Valmorel.

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Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

5 comentarios:

Zeta dijo...

Qué lindo saber que sigue ahí.

(puso publicidad! voy a hacer click así cobra)

Javier Couto dijo...

Regreso de un largo y complicado período... Voy a estar por Montevideo en la segunda quincena de enero. No sé si usted estará de vacaciones.

Con respecto a la publicidad, qué horror. Debo de haber cliqueado mal alguna vez y como mi navegador filtra las publicidades, nunca lo vi. Lo suprimo de inmediato. Gracias por el click en todo caso.

sokon m dijo...

Buzatti me gusto mucho. Es el del cuento ese del pez, el colombre.

Zeta dijo...

Voy a estar en Montevideo, estimado, como casi siempre. Traigasé un vinito, yo invito. (No crea que le estoy mangueando)

Javier Couto dijo...

El mismo, sokon, ese mismo, aunque no leí el cuento que dice.

Zeta, no lo sigo, yo llevo el vino y usted invita? :-) No se haga problema, fiel a la costumbre llevaré vino en abundancia. Habría que planificar un buen asado. Sokon había prometido algo pero lo veo muy callado últimamente...