La feria de libros del parque Brassens puede lograr que un fin de semana sucio de lluvia y frío valga la pena. Hay biografías que no se pueden inventar. Alberto Manguel nació en Argentina, vivió en Italia, Francia, Inglaterra y Tahití, antes de establecerse en Canadá. Curioso honor, fue lector de Borges. Entiéndase bien, no leyó, como todos, aun sin saberlo, a Borges. Manguel le leía al argentino en la época en la que apenas percibía el amarillo.
El volumen representa siete años de trabajo. Aunque por motivos profesionales he leído mucho sobre la historia de la lectura, este libro no es uno más. Compendio no gran público. Preciso. Argumentado. Manguel pasea al lector al ritmo de sus caprichos: sistemas de escritura, medios propuestos (tablillas, rollos, codex...), el misterio de la lectura en silencio, las trampas de la traducción, las lecturas prohibidas.
El desarrollo del libro es agradable. La propuesta combina didáctica con documentación de tal manera que se me ocurre un buen libro de curso. Me dio placer encontrar una ilustración de la Rueda de Ramelli, maravilloso invento.
Comunión con Manguel entonces, quien también vive al libro como objeto sagrado. Y tiene razón.
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