Cortázar afirma que el genio es elegirse genial y acertar. Esta frase también podría ser de Groucho Marx, quien la honra largamente. Releo caprichosamente dos libros escritos por él: Memorias de un amante sarnoso y Groucho y yo. En ambos, cuesta creer que se puedan compendiar tantas ocurrencias.
En el primer libro Groucho se oculta tras la anécdota y el sentido del humor. Sus páginas permiten acercarse a la persona, pero se tiene la sensación de que el genio sigue en la tarima, diciendo sus monólogos asombrosos mientras Harpo toca la corneta e intenta engancharle su pierna a una muchacha.
El segundo libro, sin embargo, es más personal y es lo más parecido a una autobiografía. Permite recorrer la vida de los hermanos Marx, desde sus comienzos miserables en el vodevil hasta el Hollywood millonario. La preocupación de Groucho por el dinero, que se puede calificar como avaricia, se comprende mejor a la luz de sus primeros años. La opinión que Groucho tenía de su padre, los cuentos sobre Chico o Harpo, las mentiras, los objetos empeñados para gastar el dinero en juego, la avidez por conquistar mujeres, el ansia de éxito, una increíble capacidad de trabajo, todo es terriblemente mundano y fascinante al mismo tiempo. Groucho merece, en mi opinión, el calificativo que tan pocos merecen, el de genio.
Dicen que las cartas a su hija muestran todavía más su intimidad. No las he leído pero, luego de estos dos libros, no me extrañaría.
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