Perséfone. Ramiro Sanchiz

Salvo contados casos, desconfío de los narradores que se dirigen de manera explícita al lector. Esta no es la excepción. Y sin embargo, en esta historia adolescente y previsible, el narrador construido por Sanchiz me parece lo más interesante: un perdedor de veintiséis años peleado con la vida. Un adolescente pasado de hervor que se saca lustre con recursos trillados pero eficaces: saturación de referencias "culturales", vocablos "difíciles", ego lo suficientemente elástico como para cubrir una gran falencia, un "fond du inconnu" que muestra que hay que hablar en francés aunque se ignoren reglas básicas, un recorrido en el que jamás se cruza con alguien más "culto" o "inteligente" que él.

Un perdedor que se mueve por un Uruguay gótico bien retratado donde Perséfone, niña mediocre y empolvada que no pasa de un bostezo nocturno, agoniza sin saberlo. Porque la tensión mejor lograda es la manera en que el narrador va desplegando una superioridad disfrazada de compasión y ternura fraternal por Perséfone. Una caridad que lo lleva, por momentos, a comerciar peligrosamente con frases muy kitsch pero que le van bien a la atmósfera creada.

Y aunque el narrador está muy bien construido, este cuento largo se permite algunos altibajos. He subrayado tres o cuatro frases que considero sumamente logradas (el principio y el fin están muy bien), tanto como he tachado otras definitivamente cursis. El narrador alterna momentos que podrían, riesgo asumible mediante, adjetivarse como poéticos con otros de chatura. Hacia la página 45, el narrador despega y se lanza en unas temibles acrobacias retóricas de dudosa efectividad. Como todo buen lector, galopé esos párrafos sin mirar atrás.

Un aspecto que rescato es la escasa cantidad de errores que he encontrado: varios escuchar por oír, dos queísmos, un "fond du inconnu" que sacude, algunas tildes que faltan, un mal uso del gerundio que es el error de estilo más recurrente. Valdría discutir sobre si el pulp intelectual es pulp aguado o sencillamente algo distinto, ejercicio de dudosa utilidad que será evitado de momento. A tenerlo en cuenta.

– o O o –
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué es un "fond du inconnu"?

Javier Couto dijo...

En un momento el narrador cita a Rimbaud y a Baudelaire. Para el primero indica "bateau ivre", que refiere al título del famoso poema. Para el segundo, prefiere el comienzo del último verso del poema Le Voyage :

Au fond de l'Inconnu pour trouver du nouveau !

Es decir: al fondo de lo desconocido para encontrar cosas nuevas.

Seré el último en criticar la intertextualidad, puesto que caigo en ella todo el tiempo. Nunca citaría, sin embargo, en alemán o tamil, por una cuestión de rigor evidente: son idiomas que no domino. Escribir "fond du inconnu" en lugar de "fond de l'inconnu" denota una ignorancia (la elisión es obligatoria) y un intento de citar en un idioma (el francés) en el que queda muy bien citar. Algo así como si un no hispanoparlante citara la aberrante consigna de Quiroga:

De el río soplaba el viento frío.

Lo sé, no es "del" es "desde". Pero igual 8-]

Anónimo dijo...

Ya entendí. Pensé que se trataba de algún mal procedimiento ya etiquetado así, una mala praxis literaria que llevaba ese nombre.
Pero ¿para qué citar en francés?, ¿por qué no citarlo en español -su traducción-?, ¿tiene menos valor si se traduce? Después de todo, es un texto de ficción, no un ensayo literario. ¿No?

Javier Couto dijo...

Ah, no, no era un concepto conocido. En cuanto a las preguntas, son pertinentes y no creo que haya una única respuesta. Por diversos motivos.

A veces la traducción es imposible o se hace pesada: ¿cómo decir smicard en español? (por las dudas, un smicard es alguien que gana el SMIC, es decir el salario mínimo en Francia).

A veces la traducción, aunque posible, hace perder el sentido de la frase. ¿Qué quedaría del calambur de Garcilaso "el dulce lamentar de los pastores" si se lo traduce a otro idioma?

Y a veces porque el personaje no puede decirlo de otra manera. Resulta natural que un geek diga "hoax" en vez de su equivalente español "rumor". A nadie le sorprende que Oliveira y La Maga hablen de los clochards. Sería falso si fuera de otra manera. En otro orden, es como aquellas novelas latinoamericanas de principios del siglo 20 (y no sólo principios) en las que pululan tipos del bajo que cuando insultan en vez de gritar puta madre sueltan un juramento (sic). Creo que es lo único que le reprocharía a Onetti, que es el mejor escritor que ha dado Uruguay.

En el caso concreto de la cita a Baudelaire, intenta ser explícita, el recurso me parece válido. Pero podría haberse encubierto sin mayor problema citando en español (el verso no es mayormente complicado).

Por lo demás, no creo que tenga menos valor la traducción per se (y ahí tenés un buen ejemplo, uso per se no porque quede más lindo sino porque me sale naturalmente: es una locución latina que uso de manera cotidiana). Abelardo Castillo apuntó algo muy interesante e inteligente en cuanto al estilo en literatura, que comparto:

Cuidado con Borges, Kafka, Proust, Joyce, Arlt, Bernhard. Cuidado con esas prosas deslumbrantes o esos universos demasiado intensos. Se pegan a tus palabras como lapas. Esa gente no escribía así: era así.

Anónimo dijo...

Sí, Onetti era un hombre pudoroso, por eso no pasaba del "carajo". Puede ser una limitación, pero en él es más una característica. Es la diferencia entre un escritor grande y un escritor mediocre. Limitaciones y características.

Quedó clara la explicación. Depende del caso.
No leí el libro de Sanchiz, así que sobre eso no puedo opinar.

Javier Couto dijo...

Sí, pudoroso es la palabra.

Ramiro Sanchiz dijo...

Me gusta el tema de los errores, porque hay errores de muchos tipos. No señalaste el único que verdaderamente me da verguenza encontrarlo en mi novela: el título mal citado del álbum de guns'n'roses, que aparece como "appetite of destruction", cuando todos sabemos que es "appetite for destruction". Para eso las editoriales tienen correctores, y es también cierto que muchas veces esas faltas flagrantes (tildes, queísmos, gerundios) se les pasan. Y son cosas que, además, se pulen con las revisiones.
Por otro lado, difiero en cuanto a "el idioma en que queda muy bien citar". Es el original y punto; podrá ser snob citar en el original, pero bueno, esa es una culpa que asumo gustosamente. En cualquier caso, el "perdedor" que narra la novela, si buscás por ahí otras ficicones mías que lo incluyen, declara varias veces "no saber francés". Conclusión: quería agradecerte la reseña porque me hizo encontrar otro error en la novela, pero en este caso uno que no quiero arreglar. Es decir: Stahl no puede equivocarse al nombrar el mejor disco de una de las bandas que marcaron a su generación, pero sí puede equivocarse al citar a Baudelaire.

Javier Couto dijo...

No hay de qué.

Desconozco el mundo editorial uruguayo (y en general, vamos) pero mi impresión, luego de varios libros, es que no hay correctores.

Por lo demás, creo que ese tipo de cosas, cuando el escritor no puede darlas, pasan necesariamente a ser del dominio del corrector, quien -quiero creerlo- sí es un profesional. Las revisiones deberían apuntar a algo más que agregar preposiciones que faltan o adaptar frases adverbiales, cuando estas correcciones se limitan a una corrección estilística (acorde al narrador, se entiende).

Me cuesta creer que haya correctores, en todo caso.

Javier Couto dijo...

Un año y pico más tarde puedo responderme. Sí hay correctores. Incluso los hay intransigentes, de esos que dialogan con el autor como quien va a la arena, en algo que se parece mucho a un ejercicio espiritual.

Lo que también hay es autores que se aferran al consejo de Polonio a Laertes. Y lo logran, son fieles a ellos mismos, su texto permanece, pero no les vendría nada mal conseguirse un manual de estilo y evitar tanta macana.