El oficio de mentir. Abelardo Castillo.

Rescato dos breves pasajes del libro El oficio de mentir - conversaciones con María Fasce, que me permitió acercarme un poco más al escritor, acaso al hombre. Luego de leerlo, de descubrir cercanías, de trazar acuerdos y desacuerdos, de un vasto inventario de sorpresas y principalmente del buen gusto de haber aprendido mucho, Castillo se me aparece, ante todo, como alguien sincero, que honra la oralidad hablando como habla y no como escribe (detestable vicio intelectual), que corrige brutalmente a su interlocutora, que dice cuando no leyó un libro, cuando un tema no le interesa, cuando algo le parece que amerita, sin ambages, el calificativo de mierda líquida. María Fasce anota esto de la siguiente manera: "Castillo puede inspirar, casi simultáneamente, temor, desagrado y simpatía."
A continuación los dos fragmentos.

Existe demasiada literatura trivial, no "de lo trivial". Hay, siempre hubo, una gran literatura de lo trivial, Chéjov, Katherine Mansfield, el propio Carver. Al fin de cuentas, las Novelas ejemplares de Cervantes también eran literatura de lo trivial. El problema no es la trivialidad aparente de los temas suponiendo que haya temas triviales, lo descorazonador es la patética trivialidad del lenguaje. El estilo de un escritor es su manera de vivir, no de escribir. Hoy en día los chicos salen de la escuela primaria, leen un poco a Bukowski y creen que con tres o cuatro puteadas solucionan el problema de la escritura. Ni siquiera se dan cuenta de que detrás del lenguaje de Bukowski, como de Carver, hay una vida despedazada que los respalda.


Más que a una generación yo pertenezco a un modelo de escritor que ya es de museo. Con decirte que nunca pude entender ese tipo de arte que les producía lipotimia a las chicas del 60 que iban al Instituto Di Tella. Me parece muy bien que alguien haga eso, pero si lo juzgo con el mismo sistema de valores con que juzgo a la gran pintura y no me tengo que ir a Giotto ni a van Gogh, digo gran pintura pensando en artistas contemporáneos como Bacon, me resulta un poco menor. Hay todo un "arte" contemporáneo que me parece banal e innecesario. Tal vez lo mejor de ese arte va a quedar como testimonio del momento en que vivimos. Tal vez sea muy interesante como documento de una época lamentable, pero me cuesta sentir que pertenece a lo que yo llamo pintura o música. Lo mismo me pasa con la literatura.

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Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

2 comentarios:

Rossina dijo...

Excelente libro. Excelentes tus rescates. Te invito a mi página, dominio en facebook, autorizado y supervisado por Abelardo: Los castillos. Y desde ya te linkeo en mis dos blogs.
Un saludo desde Buenos Aires. Tu ciudad es mi lugar en el mundo.
Espero poder encontrar algún libro tuyo en mis cotidianas idas a Montevideo.

Javier Couto dijo...

Gracias, Rossina, por tu mensaje y el interés. Abelardo Castillo es, para mi gusto, el mayor escritor argentino vivo y uno de los más grandes cuentistas que he leído, de esos a quienes siempre releo con gusto, y me alegra mucho cada espacio que se le dedica. Su novela El que tiene sed me marcó muchísimo también. Voy a ver tus blogs. Te mando un saludo transatlántico, hermosa ciudad Buenos Aires.