Tercer libro leído de Nothomb, mismo cuadro clínico: apenas comenzado a leer, imposible abandonarlo. Es la otra cara de la moneda de su famoso Stupeur et tremblements: la misma francesita enamorada del Japón (país en el que nació) y sus vaivenes de toda índole. En este libro, en vez de ser denostada en su trabajo se dedica a establecer una particular relación de pareja con un nipón. Dicho sea de paso, Nothomb fue considerablemente mezquina con el pobre Rinri, que en el peor de los casos era un ingenuo; sus autojustificaciones hacia el final de la novela resultan insostenibles.
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