En una novela histórica como En busca de Klingsor, de Jorge Volpi, el lector no podrá evitar por momentos olfatear el polvillo de tiza, el aula pesada como un mundo, el narrador-docente. Con destreza de orfebre, Castellonese acierta en su acercamiento a la Historia, que hace recordar las mejores novelas de Alejandro Paternain: el enorme trabajo de documentación se pliega al texto sin dejar relieves.
Para quienes, como yo, se criaron en una familia más bien decimonónica, las descripciones del Montevideo de los cincuenta no dejarán de ser motivo de nostalgia. Del texto, el lector sensible sabrá apreciar ciertos cambios estilísticos que acompasan el paso del tiempo y notar en qué medida el retrato da la clave narrativa. Sin agobiarlo, el autor exige de su lector un trabajo de síntesis. Hace bien. Los lectores flojos (hembras, según Cortázar) merecen todas las llanuras menos ésta, una novela histórica con un final para el que el calificativo de perfecto no resulta un elogio, una novela que añora la infancia, los amores perdidos, un Montevideo que ya no es y que presumiblemente nunca fue.
No conozco segunda novela de Castellonese, lo cual no deja de ser una pena.
– o O o –
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo. ¿Qué es lo que más te gustó de la novela?
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