Libro bien logrado, con aspiraciones más filosóficas que literarias. Houellebecq construye un personaje despreciable pero ni tanto, un neurótico más en París, pero que representa una larga fila de gente que ve la vida pasar sin encontrarle el menor gusto. Por momentos transgrede su indiferencia, parece sentir algo que inmediatamente se apaga. Hay reflexiones muy atendibles y el narrador (el escritor) muestra una lucidez y fuerza innegables. Un ser hiperlúcido en su propio ombligo lleno de pelusa. Buen libro.
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