Es cierto lo que dice el Canard Enchaîné: la prosa de Théo Diricq evoca demasiado la de Houellebecq. Diricq ha admitido haber sido el negro de más de un escritor conocido, así que quién sabe. En todo caso, libro divertido y liviano, este diario de un adolescente que no sabe si odia el mundo o el statu quo pero sí sabe que odia algo se lee rápidamente. Momentos hilarantes de humor negro.
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